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Mostrando las entradas de julio, 2024

Pero si alguien escandaliza a uno de estos pequeños...

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¿Cuál es el contexto de estos párrafos? La enseñanza de Jesús sobre los niños como los dueños del Reino de Dios. Algo aún no del todo entendido, tras miles de años de adultocentrismo.  La enseñanza sobre la infancia espiritual que trae Mateo en el capítulo 18, se completa con una terrible y amenazante advertencia. Las palabras en boca de Jesús –de tonalidad mafiosa y que bien podrían salir de alguna boca del clan Corleone o Soprano- están justificadas por su pasión insobornable por los niños. Parece que no hay para Jesús como los pobres, los niños y las mujeres. El conjunto de los intocables de su tiempo y de muchos otros tiempos, también aún de nuestro tiempo. Pero si alguien escandaliza a uno de estos pequeños que creen en mí, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo hundieran en el fondo del mar. ¡Ay del mundo a causa de los escándalos! Es inevitable que existan pero ¡ay de aquel que los causa! (Mt 18, 6-7) Es el mismo Mateo quien relata un

Hermosa la Verdad

Se llamaba Galilea y lo había entendido todo. No todo en modo entendimiento divino, obviamente. Pero, si de modos humanos se trata, y de eso se trata, entonces, Galilea había entendido todo. Porque, en este caso, hay licencia lingüística para que “todo” refiera la esencia de lo que hay que comprender en la vida. Ese “todo”, seguramente, no estaba aún a nivel de conciencia. Pero -gracias sean dada a uno de los grandes austríacos judíos- ya estaba muy arraigado en la Galilea inconsciente. Y con sólo 15 años. Sólo faltaba la vida que va haciendo florecer la esencia seminal de la inmensidad humana. ¿Qué había entendido? Ya dije que todo. Pero ese “todo” significa cantidad de cosas. Había entendido que vivir es dudar y pensar. Pensar y dudar por uno mismo, no de manera parasitaria. Que, además, después de dudar y pensar, se vive cuando lo dudado y lo pensado se dice. Decir como versión de contar, narrar y comunicar. Siempre fuimos narradores y decidores. La ausencia de la palabra nos de