Desde hoy ando por la vida como condenado…
Pende sobre mí una condena a muerte. “A vos viejo -me gritó el changuito desde la vereda, habiendo bajado del colectivo-, te voy a apuñalar”. ¿Cuántos años tiene? ¿Cuánto sabe qué significa apuñalar a un ser humano, a alguien tan como él? ¿Qué se le escapa del después del “apuñalar”? ¿Cómo imagina la vida siendo capaz de amenazar así? Creo que fue una verificación de lo que explica la teoría del “paso al acto”. Me dio la impresión que no era capaz de apuñalar a nadie. El cuchillo de carnicero era su objeto de apego al envalentonamiento. Fue una manera de plantarse en la vida ante los demás. Los demás que quizá no hacemos lo suficiente para que tenga la simple valentía de simplemente vivir. Media hora antes había tomado yo el colectivo que me lleva del colegio donde enseño al Instituto donde aprendo -y viceversa, en esto de enseño-aprendo-. Habitualmente comparto el viaje con muchos chicos, adolescentes, niños. Muchos de ellos con la estética que es un mensaje de resistencia y suble