El esfuerzo de ser quien soy y quien quiero ser

Muerte

¡Qué esfuerzo,

qué esfuerzo del caballo

por ser perro!,

¡qué esfuerzo del perro por ser golondrina!,

¡qué esfuerzo de la golondrina por ser abeja!,

¡qué esfuerzo de la abeja por ser caballo!

Y el caballo,

¡qué flecha aguda exprime de la rosa!,

¡qué rosa gris levanta de su belfo!;

y la rosa,

¡qué rebaño de luces y alaridos

ata en el vivo azúcar de su tronco!;

y el azúcar,

¡qué puñalitos sueña en su vigilia!;

y los puñales diminutos,

¡qué luna sin establos, qué desnudos,

piel eterna y rubor, andan buscando!

Y yo por los aleros,

¡qué serafín de llamas busco y soy!;

pero el arco de yeso,

¡qué grande, qué invisible, qué diminuto!

sin esfuerzo.

¡Qué esfuerzo!... Por ser otro, por ser otra cosa, distinta de mí mismo. Esfuerzo sin sentido, frustrante, agotador, desorientador. El desastre -en el sentido etimológico de la pérdida de referencia de los astros- y el ridículo -en el sentido del ridículo de sí, de Miguel de Unamuno- de no ser yo mismo.
¿Qué esfuerzo!... Por ser yo mismo. Esfuerzo significativo, lleno de placer, gratificante. El esfuerzo por responder a mi vocación, a mi lugar en el mundo y en la sociedad. Esfuerzo para construir y consolidar mi autoconcepto –lo que pienso de mí mismo- y mi autoestima –lo que siento por mí mismo-. La felicidad y el orgullo de ser yo mismo.

¿Qué esfuerzos por ser lo que no soy estoy neciamente haciendo y debo dejar de hacer?
¿Qué esfuerzo estoy haciendo por ser yo mismo?
¿Qué esfuerzo debería empezar a hacer para ser yo mismo?